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Enclaustrados Por Amazon

Conforme la pandemia del COVID-19 acelera las compras online, la fuerza laboral y comunidades de almacenamiento exigen soluciones para proteger su salud y garantizar un futuro habitable.

Anthony Victoria-Midence, director de comunicaciones del Center for Community Action and Environmental Justice (CCAEJ), dice que la construcción de más almacenes en el Inland Empire enfermará aún más a las personas en un área que ya está saturada de conta
Anthony Victoria-Midence, director de comunicaciones del Center for Community Action and Environmental Justice (CCAEJ), dice que la construcción de más almacenes en el Inland Empire enfermará aún más a las personas en un área que ya está saturada de contaminación. (Hannah Rothstein Para Earthjustice)

Esta página fue publicada hace 3 años. Encuentre lo último sobre el trabajo de Earthjustice.

A medida que la pandemia COVID-19 genera un auge en el comercio minorista por internet, empresas como Amazon crecen vertiginosamente. Organizadores laborales y activistas de salud ambiental se han armado de valor para enfrentar un gran dilema: las operaciones logísticas que son tan problemáticas como rentables.

En momentos de crisis, estas empresas y sus centros logísticos son cruciales para que las personas reciban necesidades básicas. Pero también tienen una larga historia de eludir leyes ambientales y explotar a sus trabajadores.

J.J., cuyo nombre ha sido cambiado para proteger su identidad, es solo uno de los muchos trabajadores de Amazon que sabe lo que es sentirse encerrado en el mundo del almacenamiento.

En Inland Empire, un gigante centro logístico ubicado a una hora al este de Los Ángeles, donde J.J. vive y trabaja, los residentes se sienten abrumados con el espeso humo negro de las emisiones de diésel que emana del ejército de camiones aun cuando no están en marcha. Se mantienen despiertos por la noche debido al ruido constante de gigantes camiones con semi-remolques que transitan a lo largo de la carretera interestatal, además del zumbido agudo de los aviones de carga que vuelan sobre ellos.

“Me preocupa mi seguridad laboral”, dijo J.J. “Pero me siento más cómodo de lo normal porque trato de trabajar tanto como lo harían dos o tres empleados, aunque apenas gane como uno”.

La crisis del COVID-19 ha hecho que la situación sea aún insostenible. Los trabajadores de Amazon arriesgan sus vidas a medida que la pandemia se extiende por los almacenes de la compañía.

Pero Inland Empire está en pie de lucha. Mientras los legisladores se preparan para abrirle las puertas a otro centro logístico masivo — programado para Amazon — miembros de sindicatos, líderes religiosos, residentes del área y defensores de la justicia ambiental piden mejoras en una de las compañías más rentables durante la pandemia.


El Inland Empire no siempre fue epicentro de almacenes de millas de largo o de semirremolques grandes y maquinaria pesada que abastecen nuestras demandas de compras online. De hecho, esta región considerada el “Carrito de Compras de Estados Unidos” fue una vez un centro importante para la industria de los cítricos. Comunidades de color, marginadas al Inland Empire mediante patrones históricos de la llamada “línea roja” o redlining y políticas discriminatorias del uso de terrenos, levantaron viviendas cerca de las imponentes Montañas de San Bernardino.

Pero en la década de los setenta, el valle de las naranjas se transformó en un valle de almacenes después de que la tierra barata se combinara con el fácil acceso a numerosas autopistas, ferrocarriles y puertos de embarque, todos atraídos por la floreciente industria logística. En la última década, se han construido casi 150 millones de pies cuadrados para almacenamiento en el Inland Empire, el equivalente a unos cuatro parques centrales de Nueva York. No es de extrañar, entonces, que los gases tóxicos de diésel de los innumerables camiones y trenes de la zona ahora se ciernen sobre el valle, atrapados por las montañas de San Bernardino y San Gabriel y unidos por una mayor contaminación de los alrededores de Los Ángeles.

En otras palabras, esa región se puede describir como un cigarrillo encendido cayendo en una botella de Fanta con sabor a naranja.

“Me siento agotada, mi pecho se siente apretado, tengo dificultad para respirar y todo requiere más esfuerzo”, dice Angélica Balderas, una residente del Inland Empire de 39 años que acudió al hospital al menos cinco veces en 2019, buscando atención médica para problemas respiratorios.

El caso de Balderas no es único. El Inland Empire tiene la peor contaminación por ozono y hollín del país. Los condados de San Bernardino y Riverside, que abarcan la región, tienen tasas de asma dos veces más altas que el promedio nacional.

Anthony Victoria-Midence, una de las voces ambientales locales que ha perdurado, dice que la construcción de más almacenes en el Inland Empire enfermará aún más a las personas en un área que ya está saturada de contaminación. Y aunque más almacenes inevitablemente significarán más empleos, la pregunta es a qué costo. Los informes noticiosos han descrito el entorno de las instalaciones como “infernal” y “moralmente aplastante”, donde los empleados son tratados como “robots” y las lesiones son comunes. Menos de la mitad de los empleos en Inland Empire pagan un salario digno.

“Es como esta lenta violencia que la cadena de comercio electrónico inflige”, dice Victoria-Midence. “Es un ciclo de locura”.


Los residentes del Inland Empire estaban furiosos cuando se enteraron, por primera vez, de una propuesta para construir una enorme bodega en su vecindario. Se espera que la instalación de 700 mil pies cuadrados emita una tonelada de contaminación al aire cada día. El proyecto también traerá vuelos las 24 horas (alrededor de 24 por día) y 500 viajes diarios en camión a la zona suburbana.

En diciembre de 2019, al anochecer de la bonanza de compras online conocida como “Ciberlunes”, unas 100 personas se reunieron frente a uno de los muchos almacenes de Amazon en el Inland Empire. Tenían una lista de demandas para Jeff Bezos, el ex CEO de Amazon y una de las personas más ricas del mundo. (Bezos gana alrededor de $2.489 por segundo, más del doble de lo que un trabajador promedio de EE. UU. genera en una semana.)

Los residentes del área y miembros del sindicato les solicitan a Amazon que brinde beneficios básicos de calidad de vida, como trabajos garantizados con salario digno y fuertes planes de reducción de la contaminación en el proyecto. Específicamente, están presionando a Amazon para que compre camiones eléctricos con cero emisiones, lo que mantendrá el aire libre de contaminación por diésel.

“No queremos escuchar una tontería como ‘casi emisiones cero’”, dice J.J. “Esa es prácticamente una jerga como la que se utiliza para hacer creer que el gas natural es una fuente limpia, cuando en realidad sigue siendo una fuente de contaminación”.

J.J. llegó al movimiento de justicia ambiental hace unos años, después de ver un video en YouTube explicando la urgencia de la crisis climática. J.J. decidió involucrarse con grupos como el Movimiento Sunrise, una organización que pide políticas expansivas y visionarias como el Nuevo Plan Verde (“Green New Deal” en inglés) para enfrentar el cambio climático.

Mientras se encuentra en su trabajo, J.J. procura no hablar de sus actividades extracurriculares. Durante la protesta del lunes cibernético, J.J. se cubrió la cara y se quitó las gafas para enmascarar su identidad. En el trabajo, J.J. dice que las personas a veces han usado máscaras diseñadas específicamente para filtrar la contaminación del aire. (Esto fue antes de la pandemia).

El pastor Kelvin Ward, un ex empleado de Amazon que creció en Riverside, también puede dar fe de las peligrosas condiciones de trabajo de los almacenes. Durante sus casi tres años trabajando allí, Ward vio a los empleados tan atareados que preferían no ir al baño. Los trabajadores de mantenimiento a menudo encontraban desechos humanos en los recipientes de basura.

“Fue inhumano lo que vi cuando estuve allí”, dice Ward. “Nos trataron como esclavos”.

Durante el lunes cibernético, los manifestantes bloquearon una de las entradas de Amazon para que la empresa no pudiera cumplir con sus pedidos en el día de compras más concurrido del año. Ward, quien habló en la protesta, se sintió satisfecho al rechazar a una empresa que no invierte en el bienestar de la comunidad que la rodea.

“Hicimos nuestra parte”, dice Ward.


Una coalición de grupos contra el nuevo almacén también ha organizado varias acciones locales para decir “basta” a la interminable ola de expansiones de almacenes en el Inland Empire. Fuera de la región, cuentan con el apoyo de grupos que solicitan a Amazon a que tome una acción climática más contundente y adopte mejores protecciones para sus empleados frente al COVID-19, ya que 20 mil de ellos se han contagiado.

“El gobierno federal insiste en que este proyecto no tendrá un impacto significativo, lo cual es algo descabellado. Significa más contaminación del aire en uno de los condados más contaminados del país”, dice el abogado de Earthjustice, Adrián Martínez. “Si este proyecto no tiene un impacto en nuestra contaminación del aire, entonces nada lo hará”.

“El gobierno federal insiste en que este proyecto no tendrá un impacto significativo, lo cual es algo descabellado. Significa más contaminación del aire en uno de los condados más contaminados del país”, dice el abogado de Earthjustice, Adrián Martínez. “Si este proyecto no tiene un impacto en nuestra contaminación del aire, entonces nada lo hará”.

Martínez agrega que la revisión superficial realizada por el gobierno federal, en colaboración con la Autoridad del Aeropuerto Internacional de San Bernardino, es “solo una bofetada para todos los que viven aquí y se preocupan por estos temas tan relevantes”.

La demanda contra el almacén es parte de una lucha más amplia para limpiar el aire notoriamente sucio del sur de California. Un esfuerzo conocido como la campaña Right to Zero tiene como objetivo electrificar desde la red eléctrica de California hasta sus numerosos puertos de envío, con el fin de salvar vidas, proteger el clima y fortalecer la economía. Hasta hace poco, la industria de la logística ha pasado desapercibida a pesar de su significativo impacto climático debido a sus barcos, trenes, camiones y equipos de construcción propulsados por el diésel.

J.J. dice que si las empresas como Amazon se apasionan tanto por el cambio climático y el bienestar como afirman, deberían estar de acuerdo con las demandas que los residentes y trabajadores locales buscan para beneficiar a la comunidad.

“Si realmente quieres ser un líder para el cambio, esa es la forma en que lo haces”, dice J.J. “Escucha a la comunidad y otórgales las soluciones que están pidiendo”.

Este artículo fue publicado en abril de 2020 y ha sido actualizado con acontecimientos recientes.

Jessica is a former award-winning journalist. She enjoys wild places and dispensing justice, so she considers her job here to be a pretty amazing fit.

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